martes, 13 de octubre de 2015

Las cactáceas en el semidesierto queretano

México es el país con la mayor diversidad en cactáceas al contar con 913 especies. Sus características especiales, como sus tallos capaces de almacenar gran cantidad de agua, la sustitución de hojas por espinas y su metabolismo que produce la fotosíntesis por las noches para evitar la pérdida de agua por transpiración, se expresan en una gran cantidad de formas y colores lo que las ha vuelto muy atractivas para el mercado nacional e internacional.

Dentro de los climas más áridos como el semidesierto queretano abundan las biznagas, cactáceas pequeñas como el “peyote cimarrón” y  las biznaguitas o chilitos que pertenecen al género de las mammillarias, además de nopaleras de diversas especies y algunos garambullos; sumando diecinueve especies distintas de cactáceas. Pero, además del  valor científico de estas plantas es importante resaltar su gran importancia a nivel cultural dentro de las comunidades del semidesierto queretano.

Las comunidades ñañhú de la región otomí-chichimeca del semidesierto han construido simbólicamente su territorio, dentro de su cosmovisión del universo la vegetación se ha unido al quehacer humano como parte fundamental de su vida y subsistencia y se ha insertado una relación estrecha entre cultura y naturaleza.



La vinculación de la flora con los pobladores de la región ha dado lugar a usos que se han convertido en tradiciones. Hay que tomar en cuenta, por ejemplo, los diversos aprovechamientos que las comunidades otomíes de Querétaro dan a las abundantes cactáceas de la región. Las cactáceas con valor de uso incluyen algunas de los géneros opuntia, stenoce- reus, myrtillocactus, echinocereus, stenocactus, ferocactus, echi- nocactus y mammilaria, empleadas a manera de alimento, forraje, combustible, medicina o como elemento para la construcción.

Sara Suleyma Rivera Soto








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